“El universo opera por medio de un intercambio dinámico… Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía del Universo. Si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del Universo circulando en nuestra vida.”
miércoles, 18 de marzo de 2009
El águila
“Era una vez un campesino que fue a la floresta vecina atrapar un pájaro para mantenerlo cautivo en su casa.
Consiguió coger una cría de águila.
Lo colocó en el gallinero junto con las gallinas.
Comía maíz y ratio propia para gallinas.
Aunque el águila fuera el rey/reina de todos los pájaros.
Después de cinco años, este hombre recibió en su casa la visita de un naturalista. Mientras paseaban por el jardín, dijo el naturalista: -
Ese pájaro ahí no es gallina.
Es una águila. - De hecho – dijo el campesino.
Es águila. Pero yo a creé como gallina. Ella ya no es una águila.
Se transformó en gallina como las otras, a pesar de las alas de casi tres metros de extensión.
No retrucó el naturalista. Ella es y será siempre una águila.
Pues tiene un corazón de águila. Este corazón hará un día volar a las alturas. –
No, no – insistió el campesino. Ella volcó gallina y jamás volará como el águila. Entonces decidieron hacer una prueba.
El naturalista tomó el águila, la levo bien alto y desafiándola dijo: -
Ya que usted de hecho es una águila, ya que usted pertenece al cielo y no á tierra, entonces abra sus alas y vuele!
El águila poso sobre el brazo extendido del naturalista.
Miraba distraídamente alrededor. Vio las gallinas allá debajo, chiscando granos.
Y saltó para el lugar donde estaban ellas.
El campesino comentó: - Yo le dijo, ella se convirtió en una simple gallina! –
No – hizo a insistir el naturalista.
Ella es una águila. Y una águila será siempre una águila. Vamos a experimentar nuevamente mañana.
El día siguiente, el naturalista subió con el águila en el techo de la casa.
Susurro- al Águila, ya que usted es una águila, abra sus alas y vuele! Pero cuando el águila vio allá debajo las gallinas, chiscando en el suelo, saltó y fue para junto de ellas. El campesino sonrió y volvió a la carga: Yo le había dicho, ella se convirtió en una gallina ! - No – respondió firmemente el naturalista.
Ella es águila, poseerá siempre corazón de águila. Vamos a experimentar aún una última vez. Mañana la haré volar. El día siguiente, el naturalista y el campesino levantaron bien temprano . Cogieron el águila, la llevaron para fuera de la ciudad, lejos de las casas de los hombres, en lo alto de una montaña.
El sol naciente doraba los picos de las montañas. El naturalista irguió el águila para el alto y le ordenó: - Águila, ya que usted es una águila, ya que usted pertenece al cielo y no la tierra abra sus alas y vuele! El águila miró alrededor. Temblaba como si experimentara nueva vida. Pero no voló. Entonces el naturalista la cogió firmemente, bien en la dirección del sol, para que sus ojos pudieran llenarse de la claridad solar y la inmensidad del horizonte.
En este momento, ella abrió sus potentes alas, graznó con el típico kau-kau de las águilas se irguió, soberana, sobre sí misma. Y comenzó a volar, y volar para el alto, a volar cada vez más alto. Voló... voló... hasta confundirse con el azul del firmamento...” el lo logre terminó aclamando el naturalista : -
Hermanos y hermanas, mis compatriotas!
Nosotros fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios!
Pero hubo personas que nos hicieron pensar como gallinas.
Pero nosotros somos águilas. Por eso, compañeros y compañeras, abramos las alas y volemos. Volemos como las águilas.
Jamás nos contentemos con los granos que nos jugaran a los pies para ciscar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario